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retrasar el deterioro cognitivo

Retrasar el Deterioro Cognitivo

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Retrasar el Deterioro Cognitivo en Personas con Riesgo de Alzheimer: El Ejercicio Ligero Puede Ser Suficiente

El deterioro cognitivo asociado al Alzheimer y otras formas de demencia representa un desafío creciente para la salud pública, especialmente en poblaciones envejecidas. Ante la ausencia de tratamientos curativos, las estrategias preventivas adquieren especial relevancia. Un estudio reciente liderado por investigadores de la Universidad de California en San Diego y la Universidad Wake Forest sugiere que el ejercicio físico, incluso de baja intensidad, puede ser una herramienta efectiva para retrasar el deterioro cognitivo en adultos mayores con riesgo de desarrollar Alzheimer. Desde Centro Residencial Monseñor Parra Grossi recomendamos, y realizamos con nuestros residentes, el envejecimiento activo.

Los hallazgos, publicados en la revista Alzheimer’s & Dementia, se basan en el ensayo clínico EXERT, que evaluó los efectos de diferentes intensidades de ejercicio en 300 adultos sedentarios con deterioro cognitivo leve amnésico. Los resultados mostraron que tanto el ejercicio de baja intensidad como el de intensidad moderada-alta ayudaron a mantener la función cognitiva durante doce meses, en comparación con aquellos que solo recibieron atención médica habitual. Estos descubrimientos abren nuevas perspectivas en la prevención no farmacológica de la demencia.

El Estudio EXERT y sus Hallazgos Clave

El estudio EXERT es uno de los ensayos clínicos más rigurosos hasta la fecha en evaluar el impacto del ejercicio en adultos con deterioro cognitivo leve. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a dos grupos: uno realizó ejercicios aeróbicos de intensidad moderada-alta, mientras que el otro llevó a cabo actividades de estiramiento y equilibrio de baja intensidad. Ambos grupos mostraron una estabilización en sus capacidades cognitivas, en contraste con el deterioro esperado en ausencia de intervención.

Además de la estabilidad cognitiva, los investigadores observaron una menor pérdida de volumen cerebral en áreas clave, como la corteza prefrontal, en comparación con grupos de control. Estos resultados sugieren que el ejercicio, independientemente de su intensidad, puede tener un efecto neuroprotector. Según el profesor Aladdin Shadyab, coautor del estudio, estos hallazgos demuestran que incluso actividades físicas leves pueden ser beneficiosas para retrasar el avance del deterioro cognitivo.

1.- Mecanismos Subyacentes a los Beneficios del Ejercicio

Aunque los mecanismos exactos por los cuales el ejercicio protege la función cognitiva aún se están investigando, se han propuesto varias hipótesis. Una de ellas es que la actividad física mejora la circulación sanguínea cerebral, promoviendo la neurogénesis y la plasticidad sináptica. Además, el ejercicio reduce la inflamación sistémica y los niveles de estrés oxidativo, factores asociados al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

Otra posible explicación es el componente social e intelectual inherente a muchas actividades físicas. Participar en programas de ejercicio, incluso de baja intensidad, fomenta la interacción social y el compromiso mental, lo que puede contribuir a preservar las funciones cognitivas. Como señala la Dra. Laura Baker, investigadora principal del estudio, el ejercicio no solo beneficia la salud física, sino que también actúa como una «medicina» integral para el cerebro.

2.- Implicaciones Clínicas y Recomendaciones

Los resultados del estudio EXERT tienen importantes implicaciones para las recomendaciones clínicas dirigidas a adultos mayores con riesgo de Alzheimer. Tradicionalmente, se ha enfatizado la necesidad de ejercicio de intensidad moderada a vigorosa para obtener beneficios cognitivos. Sin embargo, este estudio sugiere que incluso actividades de baja intensidad, como caminar o realizar estiramientos, pueden ser suficientes para retrasar el deterioro cognitivo.

Esto es particularmente relevante para personas sedentarias o con limitaciones físicas, ya que reduce las barreras para adoptar un estilo de vida activo. Los profesionales de la salud podrían incorporar programas de ejercicio adaptados a las capacidades individuales, promoviendo así la adherencia y los beneficios a largo plazo. Como destacan los investigadores, la accesibilidad es clave para maximizar el impacto preventivo del ejercicio.

Conclusiones

Los hallazgos del estudio EXERT refuerzan la idea de que el ejercicio físico, en cualquiera de sus formas, es una estrategia prometedora para preservar la salud cognitiva en adultos mayores. Aunque se requieren más investigaciones para determinar los protocolos óptimos y los mecanismos exactos, la evidencia actual respalda la inclusión del ejercicio como parte integral de los programas de prevención del Alzheimer.

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Futuros estudios podrían explorar cómo combinar el ejercicio con otras intervenciones, como la dieta y la estimulación cognitiva, para potenciar sus efectos. Mientras tanto, el mensaje principal es claro: nunca es tarde para comenzar a moverse, y hasta las actividades más sencillas pueden marcar la diferencia en la lucha contra el deterioro cognitivo.